Crítica de cine: Private Tropical 11 "Dream girls in St. Martin" (2004) (Jessica Fay, Janet Alano, Ellen Haint, Cristina Pond)


El mundo de la publicidad es un lugar fatuo, cargado de sueños y esperanzas, en donde recalan las almas ingenuas, los visionarios y los negociantes con el objetivo de embaucar a la turba por medio de sus maniobras astutas. En esta nueva película de Max Bellocchio nos zambullimos de lleno en un ambiente marketiniano, en el que la lucha de egos, la vanidad y la marca personal lo colmatan todo. Estamos ante la obra más autobiográfica del realizador transalpino en la saga tropical: Las soñadoras de St. Martin, película que hace honor a su título porque está repleta de dobles sentidos y de anhelos inalcanzables, aunque está filmada en la vecina isla de Guadalupe, no exactamente en St. Martín. La particular tendencia a la ambigüedad semántica de la obra de Bellocchio alcanza aquí cotas impensables. Tomen aire y disfruten.
TRAILER Las soñadoras de St. Martin (VOSE)

Parte 1 de la versión argumental de Las soñadoras de St. Martin

Parte 2 de la versión argumental de Las soñadoras de St. Martin


Ya en los créditos iniciales podemos palpar la calidez y el placer, que parece traspasar la pantalla, ambos protagonistas habituales en los anuncios de TV. Las primeras imágenes nos recuerda en demasía a los spots de fragancias. Cuerpos esculturales, aromas embriagadores y texturas húmedas que ponen a tono al más impasible espectador. La brocha del FSC discrimina con maestría esos centímetros impuros de piel erógena para sortear el veto del "pajaporte" del ministro Escrivá y el dichoso shadow ban de los de Mountain view.

La música del incombustible Oreste Fiengo acompasa muy bien estas imágenes de apertura mediante una composición electrónica adornada con unos toques drum´n´bass que rubricaría el mismísimo Laurent Garnier. Arranca aquí una reseña profunda acerca de las reflexiones que nos plantea este gran filme del año 2004.

Cartel al más alto nivel

Ya en la primera escena conocemos a Miro, un ex director de cine venido a menos que se ha retirado a la isla de Guadalupe y que se gana muy bien la vida rodando spots por medio de contratos por obra y servicio suscritos con contrapartes europeas. Es un amante de los paradisiacos rincones del "Caribec", como este cineasta acostumbra a pronunciar este mar y conjunto de islas. En unas escuetas frases  les recuerda a las modelos su cometido. Todas ellas están cumpliendo un sueño: el sueño de rodar un spot para el programa de pay per view denominado Call me, baby. 

Como decía el filósofo bonaerense Eduardo García Belsunce, la representación es, por un lado, la anticipación de acontecimientos futuros, a base de la libre combinación de percepciones pasadas, y por el otro, la composición en la conciencia de varias percepciones no actuales. Estas modelos publicitarias han anhelado su profesión, se la han imaginado con ahínco, y ahora en este viaje al Caribe, su fantasía se está materializando en algo real.

Miro, director de cine que comparte apellido con el pintor, pero sin tilde y sin talento

Soñadoras patológicas

Se sobreentiende que las muchachas acaban de aterrizar esa misma mañana y, antes de empezar el rodaje al día siguiente, Miro les da unas horas de libertad para que tomen el sol, se relajen y disfruten de estos islotes que, huelga decir, están repletos de perdición. Entretanto, Miro invertirá el tiempo en alimentar su pandorga con la botella de Jameson que tiene pendiente de estrenar en su mueble bar mientras escucha un disco de los Cantores de Hispalis.

Conversación de alcoba a tenue luz, un recurso recurrente de Bellocchio

La conversación a media luz es muy interesante y es que chicas están emocionadas. En primer lugar, han logrado su meta, ser modelos de anuncio de televisión, y además, tienen las hormonas revolucionadas dada su tierna edad y ya están pensando en ligarse a los cámaras o a los ayudantes de iluminación. Sin embargo, este intercambio de palabras es breve porque el viaje al "Caribec" ha sido muy largo, y arrastran las consecuencias del jet lag.

George coge la cámara como si fuera una jarra de la oktoberfest a medio terminar

Al día siguiente, el rodaje del anuncio arranca con un fornido camarógrafo llamado Tom filmando a Petra en la piscina. Las intenciones de ella son muy claras desde el minuto uno. Unos metros más allá contempla la escena Bill, que se indigna por el modo en el que maneja la escena el inepto de Tommy. 

Abierta a todo

Bill es un road manager que se ocupa de conducir y adecentar las localizaciones, pero tiene ínfulas de director de cine, y siempre va con la misma cantinela en cada rodaje.  En esta ocasión, un Bill cargado de buenas intenciones se aproxima para darle unos consejos de encuadre, pero Tom no se toma las críticas con deportividad... aun entendiendo que Bill lleva algo de razón.

Tommy sufre un marcado síndrome de Procusto, síndrome caracterizado por criticar a quien destaca en un puesto de trabajo por su implicación, y que se materializa en evitar toda relación con esa persona y en intentar impedir que los demás la acepten o la elogien. En algunos casos muy marcados, buscan su descrédito, su desprestigio y su aislamiento y tratan de causarle cierto malestar y sufrimiento.

Él que se va sin ser echado, vuelve sin ser llamado

Cuando Bill se marcha a limpiar las letrinas de la villa de Miro, ubicada en la zona sur de la isla de Guadalupe, en la elitista área de Le Gosier, Tom empieza a regalarle el oído a Petra, y le ofrece una suerte de contrato con el productor, a cambio de una contraprestación de "aquí te pillo aquí te mato". 

Es constante en la filmografía de Bellocchio esta escena que, sin duda, ayudó a poner el foco por aquel entonces en determinadas actitudes deleznables del mundo del espectáculo que terminarían por salir a la luz en años posteriores.

La misma propuesta indecente de siempre

Le gosier Villa está muy renovada en la actualidad

Precios de escándalo CapiFrance

Imagen de Meretdemeures, en la que vemos el cerramiento que se ha colocado en la actualidad

Vista aérea en GoogleMaps

Tras el ocaso, Bill se deja caer de nuevo por la piscina de Miro, en donde Petra continúa exprimiendo unos rayos de sol ya marchitos. Quizás necesite un poco de after sun en las zonas sensibles de la piel porque lleva muchas horas expuesta a la radiación ultravioleta y a otros agentes externos. Contra todo pronóstico, el propósito de Bill es mucho más profesional.

El tono cárdeno de esta escena es muy acertado: permite oler el salitre y escuchar el 
canto de las gaviotas que merodean la costa hacia el final de la tarde

Tras intercambiar unas palabras acerca del desplante que le ha hecho Tom esa misma mañana, Petra se le ofrece para rodar un anuncio en ese mismo momento. Bill no puede creer lo que está escuchando pero acepta el reto sin pensarlo.

Por suerte, Bill lleva encima una cámara de esas que caben en un bolsillo bastante grande

La red antimosquitos protege de todo tipo de bicho con aguijón punzante

En la alcoba del hotel, Petra le comenta a su amiga Helen que ha conocido a un chico llamado Bill que le ha grabado un spot off the record, y que está buscando nuevas modelos. Helen será la siguiente. Así lo pactan antes de dormir tras un duro día de rodaje.

CEO, Capitán entre onanistas

Miro planifica al día siguiente la próxima escena y le encarga a Robert que ruede con George (al que otros llaman Tom), y dos chicas nuevas: Mary y Krys. Bill, siempre dispuesto, se ofrece como asesor para mejorar el producto final...

Bill quiere hacer el contraplano

Le recuerdan que su formación es cambio de marcha y bayeta 

Miro y Robert consideran el mero ofrecimiento como un oprobio, y lo expulsan de la cubierta no escatimando dicterios... Bill, soliviantado, acata las órdenes de sus compañeros sin apenas rechistar. Es imposible no empatizar con el muchacho, que sufre un intenso mobbing por parte de jefe y colegas ya desde las primeras escenas.

Petra se lleva a Mary al lado oscuro

En una nueva escena nocturna, rodada con poca luz como Barry Lyndon, Petra explica que va a formar parte de la escena de mañana, y como siempre está pensando en lo mismo, le anuncia a Mary que si encuentran el momento adecuado, tienen que intentar robarle algún besito al cameraman en la cascada.

La cascada elegida para el anuncio es Le Saut d'Acomat

Tommy (o George) lleva una jarra de cerveza camuflada dentro de la cámara. No doubts

Las muchachas de Tarzán

Bill ha hecho un gran trabajo buscando localizaciones como la cascada de la escena previa, y puede quedar con Helen, la compañera de habitación de Petra. Al contrario de lo que uno puede pensar, Bill no conoce el significado de la palabra descansar, y aprovecha su tiempo libre para rodar su propio anuncio de Call me, baby. 

Bill usa la cámara como Kusturica

Eso sí, al terminar la sesión, Bill le propone ir al puerto y tomar unas copas en el yate de Miro. Al final, Helen es una modelo originaria de bohemia, y es mucho más atractiva que las antillanas promedio. Son oportunidades que no se deben dejar escapar.

Después del trabajo viene el placer

De forma simultánea, Miro recibe una llamada de un tal Tom, (¡otro, qué curioso!), que es el verdadero mandamás. Thomas Sonetti se ha quedado en Europa y va a analizar el material que le va a ir enviando Miro por vía aérea, con el fin de tener cierto margen de maniobra antes de que las modelos regresen de nuevo a los países del este de los que provienen. 

Puede que Miro sea el director de cine más hortera de la historia. Picotea en todos los chiringuitos del paseo marítimo

Call me, baby tiene mucho potencial pero necesita más promoción, para seguir incitando a los espectadores a telefonear a líneas 906, líneas que tantos disgustos dieron a finales de siglo, quebrando matrimonios y vaciando alcancías sin piedad. 

Sin embargo, Miro no parece ser el indicado para este encargo porque el poco criterio que tenía lo ha perdido y ahora sufre el apólogo que se relata en El traje nuevo del Emperador. En este cuento de Hans Christian Andersen se explican los peligros de los automatismos y del miedo a formular preguntas estúpidas. Miro lleva tantos años en este negocio que ya no apuesta por la creatividad y que confía ciegamente en su camarógrafos, que en realidad ya no tienen la brillantez de la que alguna vez hicieron gala y que solo piensan en llevarse a las modelos al huerto. A Miro le siguen llegando trabajos y alardea de una economía saneada, aprovechándose de la inercia de sus glorias pasadas, pero necesita que alguien le haga ver que sus realizaciones ya no convencen al target y que sufre de alcoholismo.

Las piradas del Caribe

Filmando a porta gayola como Paquirri

Tras esta escena en alta mar en la cual las imágenes hablan por sí solas, pasamos a una de las escenas clave de todo el largometraje. Bill se ha hecho con el número directo de Mr. Sonetti, y le telefonea a espaldas de Miro, para decirle en qué lugar de la valija ha escondido las cintas que él ha rodado con Petra y Helen. El infame Jimmy Saville dijo alguna vez que "si eres inteligente puedes meter la pata, pero si eres astuto no", y aquí Bill vive de la astucia y domina los tiempos con maestría.

Y así, su vida comenzó a cambiar...

El siguiente corte nos explicita la confusión reinante en el equipo y es que Miro, en una conversación con acentuado tono encomiástico, felicita a Max por sus vídeos (que en realidad son los de Bill). Max comienza a prestar mucha atención al escuchar adjetivos valorativos sobre su trabajo, aunque pronto se percata de que todo tiene que ser necesariamente un malentendido, ya que él no ha dado un palo al agua desde que aterrizaron. 

Max, no obstante, decide guardar silencio, silencio de burócrata, por aquello de "el que calla, otorga", y ya decidirá cómo saca provecho de aquella ventajosa situación en el futuro. Para empezar, la primera prebenda que recibe es que Miro le encarga a él rodar el primer spot sobre las arenas de la playa con Petra y Helen, protagonistas de los vídeos de Bill y a las que tanto provecho les ha sabido sacar el road manager con ambiciones.

Espectacular encuadre con punto de fuga. Una égloga visual propia de Bellocchio

El yate de Miro es mejor que la vivienda de muchas personas

Con el objetivo de remarcar todavía más el traje nuevo del emperador, Bellocchio nos muestra con detalle el yate de Miro, que destaca por las maderas nobles y unos acabados luxury dignos de la realeza. La vida le sonríe al veterano director, al que por respeto reverencial, nadie le ha dicho que sus grabaciones están en franco declive desde hace décadas.

Camisa desabrochada para que la cita no implique ver una película

Sube la temperatura como en las calderas del Titanic

Esa noche, Helen no duerme con Bill en un camarote del yate de Miro, sino que regresa al hotel en el que se alojan las otras modelos. En la enésima escena de confesiones nocturnas, Helen, más soñadora que nunca, le anuncia a Petra que quizás se quede a vivir aquí con Bill y no regrese de nuevo a su querida Praga.

En picardías, el palique es más perturbador

A la mañana siguiente, el estafermo de Max se lleva precisamente a Helen y a Petra para filmar un spot del mismo estilo que convenció a Miro, pero el problema es que Max no tiene ni idea de ese toque casi numinoso que le exigen porque él no fue el autor, y en esta escena va dando palos de ciego hasta terminar en una playa, en la que la cosa pasa a mayores, dada su incapacidad manifiesta para hacer una grabación digna de mención.

En pleno fondeo, esperemos que la cámara cuente con un buen estabilizador...

Las venus de Miro

Por la tarde, mientras las jóvenes se dan un chapuzón en una playa nudista, Miro les saca del ensimismamiento para rodar la última escena del spot. Miro, casi siempre achispado por el whisky, las trata con satrapía, como cacique de otros tiempos, vanagloriándose en la dominancia; más, sin embargo, ellas, obnubiladas por sus sueños cumplidos, se lo consienten de forma genuflexa y sin mueca alguna.

Menos mal que estas camisas tienen pinta de ser bastante económicas, porque Miro aparenta disponer de una colección bastante nutrida

El presupuesto para el spot se ha ido agotando, y en concordancia con ello, Miro ha decidido alquilar una lancha con olor a rancio, herrumbre y humedades por doquier. A George (o Tommy) no parece importarle y trata de sacarle el máximo partido a Mary y a Krys, con un espléndido fondo nuboso en lontananza, que parece sacado de un cuadro impresionista de finales del siglo XIX.

La última escena, en una lancha motora de perfil bajo, George 
insta a las chicas a esmerarse más si cabe en la prosodia, a modo de compensación

La película ha entrado ya en la fase del desenlace, y en la tranquilidad de su villa, Miro está leyendo una novela cuando recibe una llamada de capital importancia.

El móvil siempre se entromete cuando uno está embebido en la lectura de un libro

Al fin le ponemos cara a Mr. Sonetti

Thomas Sonetti le explica a Miro sin rodeos que todo el material que le ha remitido es apestoso, con excepción de la cinta que le envió en la caja roja (la cinta filmada por Bill). Tom le hace una oferta irrechazable a Miro. Si filma todo el material (y el que le pida en el futuro), con el estilo de la cinta de la caja roja, es decir, mutatis mutandis, le contratará para realizar un centenar de anuncios.

Pensativo, Miro trata de recordar, sin éxito, la cinta de la caja roja, y decide preguntarle a los camarógrafos sin más dilación.

Nadie sabe nada

El autor material confiesa por fin

Bill se ha liberado de los enmarañados palangres que coartaban su arte y ahora se ve con la autoridad suficiente como para exigirle a Miro una conversación en privado. Tras mandar a tomar viento a George, a Robert y a Max, Bill y Miro llegan a un acuerdo que les va a generar a ambos pingües beneficios. 

Con el equipo adecuado y un sueldo fijo, Bill trabajará en exclusiva para Miro, con la condición de que despida a los otros tres camarógrafos que le hicieron mobbing durante tantos años... 

Pacto corvino, con efectos perjudiciales sobre terceros

El nuevo delfín necesita cuidados especiales

No hay mejor forma de cerrar esta reseña que con la Parábola del portero, que tan brillantemente desarrolla Franz Kafka en el capítulo IX de El Proceso. Aunque no te dejen salir de tu zona de confort, y te paren los pies alegando que no eres capaz de algo, nunca aceptes la opinión ajena sin haberla puesto a prueba...

FIN

VALORACIÓN: 2/10

Ficha:

Private Tropical 11 "Dream girls in St. Martin"
Título en castellano: “Las soñadoras de St. Martín"
Año: 2004
Género cinematográfico del argumento: romántica
Destino paradisíaco: Guadalupe.
Actores estelares: Jessica Fay, Francesco El Manco, Janet Alano, Ellen Haint, Cristina Pond, George Bull, Robert Rosenborg, Max des Cortés
Dónde la puedo encontrar: Private o en una sencilla búsqueda en Google

Comentarios

  1. Cómo siempre leer las reseñas es un lujo a la par que un disfrute y una risa. Semejante currazo debería ser incluido en el ministerio de cultura o del interior o ambos. Gracias por tanto.

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