Crítica de cine: Private Tropical 2 "Sunrise" (2002) (Jane Cruising, Sandra Pay, Jodie Moose, Valentina Belly)
Un palaciego salón nos introduce en esta nueva entrega de la saga tropical. Acontece una reunión de trabajo, en la que la gerente de IEM Immobiliare, Lenka Saunder (interpretada por la mítica actoraza noventera Jennifer Dior), les explica los pormenores del próximo viaje de negocios que van a realizar sus subordinadas Susan y Jennifer. El destino: la paradisiaca isla de San Loupen. El objetivo: convencer a Bruno Le Fleur de que venda sus terrenos a la empresa para construir allí el complejo turístico IMR.
Por otro lado, Susan Thompson es una anglosajona que estudió Ventas y Relaciones Públicas en la Hogeschool de Amsterdam y ha subido como la espuma en la jerarquía de IEM. Es ambiciosa y su carrera profesional es su prioridad. Hará todo lo posible por seguir ascendiendo puestos en el escalafón. Toca la flauta dulce y es una gran amante de los cocktails y de la música house.
El briefing que les entrega contiene pre contratos y el condicionado para los asesores legales del señor Le Fleur. Se trata de una operación inmobiliaria de vital importancia para el conglomerado empresarial IEM immobiliare.
Un logo más simple que el diseño del packaging de una caja de paracetamoles
Susan pregunta el motivo por el cual viajan las dos al Caribe, y Lenka les responde que se va a tratar de una competición, ya que, la que consiga la firma definitiva recibirá un bonus de 50000 dólares y dirigirá el complejo IMR. Jennifer, menos propensa a la rivalidad, mira el lado bueno de un viaje a un paraíso tropical, mientras que Susan ya piensa en formalizar la adquisición.
Equipo de comerciales a la altura
La isla de Saint Loupen no existe, y las imágenes aéreas nos demuestran que se trata de la zona de Dominicus Bayahibe. (Hotel Catalonia La Romana).
Sin embargo, la casa a la que llegan en la Renault Espace III en realidad no está en República Dominicana, sino en la urbanización Le Devens, Mougins. Martin les ha llevado hasta la villa (supuestamente ubicada en Saint Loupen) y aunque parece un simple chófer, durante la cena posterior aparenta tener cierto poder de decisión.
Poco después, las jóvenes necesitan descansar pues cargan en la espalda con un largo viaje en avión. Ambas parecen muy contentas de conocer a sus colegas, en teoría del equipo de Bruno Le Fleur, que van a guiarles a través de la finca antes de formalizar la compra.
El sol y el mar son los reclamos principales de este magnífico enclave tropical. George le explica a Jenny todo el complejo y donde se situarán los edificios, los bares, las piscinas de agua dulce, los apartamentos, la entrada a los hoteles, etc. Todo parece bastante planificado. Jenny, por desgracia, sigue acusando el jet lag, así que le pide a George continuar mañana y decide sentarse en la playa a descansar, en calma y soledad.
Mientras tanto, Susan le deja caer a Jeremy que hay algo que no encaja en toda aquella operación. Aquí Max Bellocchio ha querido dejar patente su oposición frontal a la destrucción de los parques naturales en República Dominicana y comienza a hacer una sutil defensa de los ecosistemas caribeños, en la que más adelante ahondará.
Jenny se relaja a la orilla del mar, pero un ladronzuelo rompe su sosiego y le hurta la cámara. Por suerte, aparece un príncipe azul que atrapa al chorizo, le propina un puntapié y le devuelve la cámara a la joven comercial. Le pregunta a la muchacha acerca de qué hace sola en la playa y le pide una cita de forma subrepticia.
Esa misma tarde, de nuevo en la villa, Jennifer le cuenta a Susan el encontronazo con el ladrón, y acerca de lo que piensa de Martin. Ambas profesionales parecen más interesadas en los chicos que en la compra de la finca.
A la mañana siguiente, Susan le explica a Jenny que fueron a la disco y que después acabaron en casa de Martin y que ya se puede imaginar lo que ocurrió allí. Jenny pregunta acerca de si Susan ya ha conocido a Bruno pero ella le responde con una negativa. Las negociaciones se dilatan en el tiempo y nadie parece saber muy bien qué hacen estas chicas tan descentradas en un viaje de negocios al otro lado del charco.
Lenka, un poco inquieta y sumergida en las hojas color salmón de los periódicos financieros, telefonea a Jennifer para preguntarle por el avance de la operación. Lenka se queda un poco sorprendida ante la lentitud de las subordinadas.
Susan se ha ido antes de la llamada a visitar otra área con George. Desde un yate, el apuesto aparejador le explica donde van a construirse las tiendas duty free, el helipuerto, el centro de convenciones para ejecutivos y los restaurantes gourmet.
De regreso en la villa, Martin vuelve a darle largas a Jenny por el encuentro con Bruno Le Fleur. Jennifer comienza a preocuparse por lo anormal del hecho. Nadie podía esperar que tuviera que buscarse actividades alternativas para matar el aburrimiento, pero Bruno Le Fleur no está nunca disponible.
Mira si tienes isla para divertirte... así que no te pongas pesada
Tras amarrar el barco, Susan decide darse un baño en presencia de George y su novia, en las refrescantes aguas caribeñas. Sin duda es el viaje de negocios con mayor tiempo para el esparcimiento que se ha visto jamás en la gran pantalla.
Jennifer se ha ido a la playa para reflexionar y por pura casualidad, se vuelve a encontrar a su príncipe azul, al que le cuenta que quizás no sea una buena idea entrar allí con las retroexcavadoras y convertir aquel rincón de la jungla en una bestia inmunda de hormigón y cemento.
Aprovechando que tanto Susan como Jennifer están despendoladas por la isla, en la villa, Martin y Jeremy quedan con Ted, a quien le cuentan la situación. Martin le adelanta que cree que Susan es poco leal a la empresa y que a Jennifer la tienen bajo control posponiendo continuamente la cita con Bruno Le Fleur. Parece que algo turbio se está cociendo.
El gran villano entra en escena
Por la noche en el jacuzzi, ajenas a todo el contubernio, Susan y Jenny vuelven a comentar sus ligoteos en el Caribe, y solo hablan por encima sobre el inminente encuentro con Bruno Le Fleur, que sigue todavía sin celebrarse.
Al día siguiente, Martin le propone a Susan conocer lo antes posible al socio de Bruno, Ted, porque es un hombre muy interesante y puede darle otro enfoque a la operación. Le adelanta que Ted puede cambiar su vida y ofrecerle un trabajo mucho mejor que el que tiene actualmente. Susan escucha con atención y le observa con los ojos abiertos como platos.
Como si se fuese Palpatine intentando convencer a un Anakin ávido de poder, Martin persuade a Susan de que debe pasarse al lado oscuro. Le habla de Ted, una persona muy interesante, como si de Darth Plagueis el sabio se tratara.
Jenny se está quedando al margen y sigue buscando quehaceres, procrastinando. Se ha marchado a dar un paseo por la playa con su príncipe azul y eso ha dado pie a que Martin le cuente a Susan lo relativo a Ted. En realidad, es cuestión de tiempo que Susan acabe llevándose el bonus porque Jennifer está cayendo en el embrujo del amor.
Martin presenta a Ted y a Susan y de esta forma arrancan unas nuevas negociaciones. Ted conecta con ella desde el primer minuto dada su ambición desmesurada y comienza a preparar el anzuelo para ficharla para su empresa paralela, que ha creado a espaldas de Bruno, en competencia desleal.
Tras mucho reflexionar, he llegado a la conclusión de que en los albores de la saga tropical, quizás no resultaba sencillo coordinar el alquiler de localizaciones para rodajes en el Caribe, y quizás por eso el equipo Private optó por alquilar una suntuosa villa en Cannes.
Las playas son tranquilas y nos recuerdan a las de Isla Saona, en donde no han llegado todavía a día de hoy, las grandes construcciones de las hoteleras multinacionales, en parte gracias a películas como Sunrise.
Martín le ofrece a Susan el puesto de jefa de relaciones públicas y le promete una buena suma de dinero. Susan acepta en ese mismo momento, y se marcha con Ted a la playa para conocerle un poco mejor.
Horas más tarde, Ted pasea a caballo con su novia y le cuenta que ya tienen a Susan encandilada, a espaldas de Bruno Le Fleur. La intención de Ted es destruir por completo Isla Saona y el Parque Nacional de Cotubanamá y los van a llenar de cemento, casinos y vicio para sacarle la mayor rentabilidad posible.
Ted telefonea a Susan para presentarle a Angela, de Sunrise incorporated. Se citan en el puerto al día siguiente temprano, para cortar los últimos flecos sobre la incorporación de Susan a la operación. Ya en alta mar, Ángela le cuenta a Susan que ella es, en realidad, la que quiere adquirir los terrenos y que Ted es el minoritario que ha facilitado la información privilegiada. Ángela le ofrece doblarle el salario si acepta entrar en su equipo comercial.
La plana mayor de Sunrise Incorporated traza su plan definitivo
Susan no tiene escrúpulos y traiciona a Lenka y a Jenny. A esta última le miente asegurándole que ya conoce a Bruno y que este ha vendido su finca a Sunrise Incorporated. Faltar a la verdad y mentir forman parte del manual de instrucciones de Susan, que no parece tener remordimientos. Jennifer, desanimada, le responde que ella ha decidido cesar en su empeño porque no quiere perder más el tiempo. Prefiere aprovecharlo con su príncipe azul.
Lenka, apoyada en su flamante BMW Serie 7 telefonea a Susan, y esta le transmite que Le Fleur ya ha vendido Isla Saona a Sunrise Incorporated. Lenka le advierte que la isla se convertirá en un páramo, en un desierto de hormigón; pero eso poco importa cuando el dinero manda. Acto seguido, Lenka llama al móvil de Jenny y le filtra que va a coger el primer avión hacia Saint Loupen, pero que debe guardar el secreto.
El primer móvil resistente al agua
Más tonos polifónicos suenan en la villa, y es que ahora es Susan la que le cuenta a Ted que Lenka ya está al tanto de todo lo que está sucediendo en Saint Loupen. Deciden quedar esa misma noche para celebrar una fiesta de la codicia al más puro estilo liberal.
Jenny, mientras tanto, se deja llevar por los sentimientos y se va a navegar con su príncipe azul y salvador del ladrón. A ella le encanta la pesca y no quiere invertir ni un minuto más en una operación inmobiliaria cuyo objetivo es destruir parte del paraíso tropical.
20000 lenguas en viaje submarino
Y llegamos a la escena final. Ted y Bruno Le Fleur aparecen en compañía de Martin, Jeremy y Susan en el salón principal de la villa. Ted argumenta que tras estudiar las propuestas de IEM que le ha presentado Susan Thompson, se ha dado cuenta de que no es una oferta adecuada. Además, utiliza el eslogan Real Estate para esconder a la verdadera empresa, pero Bruno le replica con ¿Inmobiliare? Ted no tiene más remedio que asentir e inmediatamente, le enseña a Bruno la oferta de Sunrise Incorporated, que pertenece a Ángela y de la que Ted es socio minoritario. Estamos, por lo tanto, ante un importante conflicto de intereses.
Agradecido por la inesperada aparición de las susodichas, el señor Le Fleur decide cerrar la venta con IEM en ese mismo lugar, y Lenka despide a la ladina de Susan. Bruno confía plenamente en Lenka. Jenny, por su parte, demuestra su gran calidad personal y rechaza el bonus de 50000 dólares, asqueada por toda la situación y por haber descubierto a la tiburona de Susan y la codicia que reina en su sector laboral. Decide quedarse a vivir en el paraíso, a sabiendas de que ello conlleva perder su puesto en IEM Immobiliare. Solo piensa en pasar la mayor parte del tiempo con su príncipe azul, ajena al estrés del complejo IMR y a las comisiones por objetivos.
Salta la sorpresa en la última escena, como un bonito epílogo, y es que al parecer, Lenka ya conocía a Bruno desde hacía mucho tiempo. Lenka ha enviado a sus empleadas para qur Bruno vendiera por el precio de mercado y no con una especie de trato preferencial hacia ello. Ya no queda gente así en el mundo de la promoción inmobiliaria. La explosión de la burbuja en 2008 acabó con todo.
FIN
VALORACIÓN: 8/10
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