Crítica de cine: Private Tropical 42 "Tropicana Flashbacks" (2009) (Boroka Calls, Tarra Wait, Keisha Bane, Kathia Inmobili)

 

Trailer (Error: file not found) No da ni para trailer...

Película (Error: not found) ...como para que dé para una versión argumental...

Los deportistas retirados deben ser un ejemplo de resiliencia cuando el inevitable paso del tiempo fulmina su físico y su talento. A pesar de que en el golf es posible estirar la carrera profesional hasta los 50 años o incluso más en algunos casos, hay que tener un plan pensado para el final de la mediana edad, para los años precedentes a la jubilación. 
Fernando Almeida nació en el barrio de Botafogo, en la zona sur de Río de Janeiro, el 14 de febrero de 1970. En las favelas de Santa Marta, creció con su familia en una humilde morada y ya desde la adolescencia tuvo que dedicarse a la agricultura, en concreto, en los cultivos de cafetales como faquín a cambio de un miserable estipendio. Por los designios del destino, entabló cierta amistad con un terrateniente para el que trabajaba, Umberto Da Souza, y un domingo cualquiera, cuando Fernando tenía tan solo 16 años, se lo llevó al Golf Club de Itanhangá con el fin de enseñarle a jugar a su deporte favorito. La relación de Almeida con el golf fue un amor a primera vista, y pronto empezó a perfeccionar la técnica, demostrando un enorme talento. En cuestión de meses, el golf se convirtió en la gran pasión que le acompañaría el resto de su vida.

(¡Ah! Por supuesto, no lo he dicho, pero cogeos algo de picar ¡eh!, para leer esta reseña).

Una década después, en 1996, maravilló al mundo entero con una auténtica exhibición en el World Tour: en el Blue Lagoon Golf Course de Cairns (Australia) (12 bajo par), en el Baden National Golf Course en la Schwarzwald (Alemania) (10 bajo par), en el Fujiyama Oriental Golf Course de Fuji (Japón) (13 bajo par) y en el Grand Canyon Golf Course de Arizona en (Estados Unidos) (15 bajo par). Debido a esos logros, Almeida fue invitado al Edimburgh Old Links (Escocia), siendo el golfista más joven de toda la historia en conseguirlo.


Fernando Almeida con el trofeo del Pan-American Golf Championship de 1996. 

El problema de la carrera de Fernando Almeida es que el 1996 fue flor de un día. No supo gestionar la fama y saltó desde lo alto del acantilado al mar de los licores: una conducta ciertamente reprensible. Demasiado talento desperdiciado... Almeida encontró en el alcohol el refugio a sus problemas cotidianos y su matrimonio no lo superó. Su mujer le dejó en las Navidades de 2002, aunque hay algunos otros rumores que apuntan a que ocurrió justo lo contrario, porque Fernando estaba muy harto de financiarle sus "rutinas" mientras que ella le premiaba prohibiéndole salir con los amigos e incluso vetándole el visionado del Mundial de Corea y Japón 2002... 

A partir de ese momento, tras poner fin a una relación tormentosa a la altura de la de Franz Kafka y su Felice, fue un lobo solitario que comenzó a frecuentar las veladas de Río de Janeiro, en donde se convirtió en una especie de mito como Pocholo o el Trump de los 80 que siempre creía ver Patrick Bateman en las noches de American Psycho. Es decir, un egregio de las madrugadas y de los cócteles. Un vividor que ya lo había logrado todo en el golf y que ahora se dedicaba a disfrutar de cada segundo como si fuera el último bajo la manida premisa de que "nunca serás tan joven como hoy". 

Almeida se erigió en un estratega de los bares de pindín y de otras zahurdas de mala muerte, e hizo fortuna al doctorarse en el noble arte de beber gratis toda la noche sin invitar a una sola ronda. Tanto le gustaba el alpiste que se llegó a decir en tono jocoso que cuando salió de la matriz apuró el cordón umbilical con un par de sorbos. Estos excesos le afectaron en la práctica del golf, pero seguía manteniendo un nivel aceptable en los torneos porque la potencia de su drive seguía intacta.

En los Carnavales de Brasil del año 2003 fue invitado a dar un discurso por su marcada filopatría y, tras los vítores recibidos, se vino arriba y creó su propio partido político, el PGA (Partido General del Ahorro: economia e golfe), con el que iba a optar a la presidencia del país. En su programa, además de promover la contención del gasto público como forma de prepararse ante la crisis de crédito que se avecinaba y con una fuerte visión contraria a los sistemas cleptocráticos, una de las promesas más peregrinas era que el golf volviera a ser un deporte olímpico tras casi 100 años de ausencia, así como que Río de Janeiro logrará ser sede olímpica antes del año 2030. 

La intención de voto por Almeida fue en aumento desde el principio; su reputación y su carisma impulsaron su advenimiento en la política brasileña. Pronto era conocido como el campeón del pueblo; el héroe de las calles. En los debates televisivos, destilando trilerías, trucos de tahúr, y apelando a su espíritu de sacrificio demostrado tanto en el ámbito del deporte como para superar su problema con la dipsomanía, llevaba siempre la discusión a su terreno, y derrotaba a los otros contertulios con chispazos de humor a pesar de sus refutaciones ad hominem por su oscura época sumido en el alcoholismo. Todo un ejemplo de superación y de lucha constante. 

Cartel promocional de la campaña presidencial de Almeida en 2006 (Copyright del formato original: Jesús Nerkin)

En el ámbito personal, rehízo su vida sentimental con su caddie Sarra Right, y con su forma de vida sencilla consiguió una suculenta cuenta corriente que le permitía vivir sin agobios. Todo parecía sonreírle y nada podía impedir que se mudara al Palacio do Planalto...

Hasta que, en julio de 2006, la Fiscalía carioca incoó un proceso contra un asunto de corrupción que le implicaba directamente. Lejos de ser un caso indiciario, según el tenor literal de la querella, se tenían pruebas fehacientes de que Almeida habría financiado parte de su campaña electoral importando Buicks y Chevrolets desde Tampa (Florida) para venderlos después con el cuentakilómetros trucado en la ciudad de Recife. A pesar de que Fernando había tomado las precauciones adecuadas camuflándose detrás de un entramado de empresas testaferrosas, los fiscales encontraron una atingencia documental en un recibo traspapelado. Al parecer, el albarán se había filtrado por una rendija de la tarima flotante de las oficinas del concesionario de vehículos de ocasión y no había pasado por la trituradora de papel.

El concesionario de Almeida en Recife. (Imagen de IA)¹

Almeida estaba jugando unos hoyos en el Campo de golf público de Japeri (Río de Janeiro) cuando se enteró de la noticia. (Fotos de archivo del diario deportivo portugués "A trola")

La cercanía de las elecciones, que estaban fijadas para comienzos de otoño de ese mismo año 2006, así como la furibunda reacción de la población brasileña, que se había sentido engañada por un tunante de manual (no podía saberse), terminaron con su sueño presidencial. Su equipo de campaña trató de enlentecer el proceso al construir una ataguía embolicándose con conceptos abstractos como el quantum de la prueba o tildando al procedimiento de inicuo...  Se trataba de frenar la avalancha de periodistas, para los que las malas noticias son como pastel para hambriento, pero la contención de daños no funcionó y Almeida tuvo que renunciar a su postulación al agotársele todo el predicamento. Por su parte, el PGA se disolvió semanas después sin ni siquiera presentarse ante las urnas.

A Almeida se le torció el carro definitivamente y las circunstancias no le acompañaban en ningún sentido. Con el golf bastante abandonado (ese año solo había participado en el Masters de Augusta obteniendo un discreto 3 sobre par) y enfrentándose a un horizonte judicial sombrío, Fernando se sumió en una profunda depresión. El suicidio fue una de las opciones que barajó más seriamente. Suele decirse que alguien con una pesada carga o problema tiene "un albatros alrededor del cuello", y esa era la situación de Almeida en el estivo de 2006. Antes conseguía albatros en los hoyos par 5 y ahora esta colosal ave le apretaba el gaznate...

Una calurosa tarde de agosto, mientras el sol se filtraba por las cortinas de blonda, un atribulado Almeida yacía sobre el sofá empapado en whisky de baja calidad y tratando de abrir con serias dificultades una cajetilla de barbitúricos... Iba a poner fin a su proyecto vital y a hacer frente a su ordalía a las puertas del cielo, cuando inesperadamente vibró su teléfono móvil. 

Al otro lado del altavoz estaba su viejo amigo teutón Robert "Jorg" Landolt; una llamada, a la postre, salvadora. El bueno de Robert, también golfista como él, había sufrido una necrosis de cadera años atrás que desembocó en una retirada prematura del circuito justo cuando estaba en la cima de su carrera. Con las vitrinas repletas de majors, estudió Medicina en la Universidad de Stuttgart obteniendo el título habilitante en tan solo en cinco años e hizo prácticas en la Universidad estatal de Michigan con el tristemente célebre Larry Nassar como mentor. 

Robert se había hecho eco del escándalo que involucraba a Almeida porque la noticia había estado en la primera plana de todos los medios internacionales (en verano hay pocas noticias que contar), y decidió llamarle e invitarle a unirse a su proyecto de emprendimiento: montar una clínica privada en República Dominicana, en la zona de La Romana, para atender a golfistas americanos y europeos, principalmente.

Fernando Almeida recibe una llamada que cambiaría el rumbo de su vida. (Imagen de IA)²

Para poder formar parte del proyecto, la única condición que le ponía el alemán era que realizase un curso de quiropraxia por correspondencia y una formación práctica para auxiliar endoscopista. Tras oír aquel comentario, Fernando se incorporó, y sin soltar el teléfono móvil, extrajo levemente su cartera del bolsillo del pantalón, para que pareciera que tenía interés, aunque en realidad solo quería cerciorarse de que su patrimonio se resumía a apenas 600 reales. No había suficiente dinero ni para la matrícula inicial... Almeida estaba sin blanca. Robert se ofreció a enviarle algo de ayuda económica y antes de terminar la frase, carraspeó con esfuerzo, sin llegar a concretar una cifra...

Almeida mira su cartera con cara de preocupación (Imagen de IA)³

Todo ganancia. El síndrome de la Urraca en versión dineraria.

Fernando Almeida se puso tenso, mientras guardaba la cartera a cámara lenta, como si Robert pudiera verle a través de una cámara de seguridad. La melopea de Almeida desapareció como por ensalmo, debido al subidón de adrenalina. Robert seguía en silencio, esperando a que su amigo no fuera un sinvergüenza y aceptase que él, y solo él, era quien tenía que pagar su propio curso de CCC. Almeida musitó, de forma casi imperceptible, y se sumergió en un mutismo artificioso que duró alrededor de 30 segundos, gestionando muy bien los tiempos. Entre tanto, el golfista germano, sintiéndose, en cierta manera, obligado ante la precaria situación de su colega, suspiró agobiado y pareció comprometerse a enviar un cheque, pero, de nuevo, sin concretar una fecha... Almeida no respondió nada; ni tan siquiera se inmutó. Hierático y mudo, presa de una afasia sobrevenida, aguantó en completo silencio durante 3 eternos minutos. El timing es fundamental en el "truco de la cartera". Tanto se alargó esa pausa, que los miembros de la policía judicial que le habían intervenido la línea telefónica creyeron que la llamada se había cortado por problemas técnicos... Finalmente, Robert, algo malhumorado, aceptó su derrota y añadió una frase más antes de colgar: "mañana tendrás el cheque en el banco". 

Victorioso, Almeida sonrió, lanzó la caja de barbitúricos al otro rincón del salón, y se amorró de nuevo a la botella de whisky, satisfecho por aquella pequeña victoria... y también por haber retomado el contacto con su amigo, qué duda cabe. El superviviente volvía una vez más, como luchador incansable que es. La capacidad de sobreponerse a las adversidades es el resumen de su vida.

Robert "Jorg" Landolt se tiene que reír: su amigo es un miserable proverbial... Ha sido víctima, una vez más, del "truco de la cartera"; truco ancestral en las tabernas de Río. Es mejor tomárselo con humor...

Tres años después...

Lela y Dilda son dos golfistas amateurs que han viajado hasta la República Dominicana para jugar unos hoyos en el Dye Fore Golf Course. Acuden de urgencia a la clínica privada J.O.P.P.K.E. (acrónimo de Joint Osseus Primary Poli Klinik and Endoscopies) que posee el médico Robert "Jorg" Landolt, y en la que trabaja el quiropráctico y endoscopista brasileño Fernando Almeida. Con su pasado en el golf profesional, son expertos en tratar las enfermedades más típicas de los golfistas aficionados que, sin eufemismos, suelen estar relacionadas con el sobrepeso porque van montados en los buggies hasta para mear. 

En la escena de apertura aparecen los facultativos vestidos con sendos polos oversize al más puro estilo de los años noventa, aplicando el tratamiento menos intrusivo: estiramientos, punciones secas y demás. Ya en el diagnóstico inicial, queda patente que las dos muchachas tienen problemas en las ingles, quizás una pubalgia, y con toda seguridad debido a una mala postura en el putting.

El roce hace el cariño, y esa consulta a cuatro bandas muy pronto se convierte en una escena de relleno que me veo obligada a omitir porque carece de interés desde el punto de vista cinematográfico. No obstante, lo que salta a la vista desde el primer minuto es que Fernando Almeida no parece respetar a su pareja Sarra, que en estos momentos se encuentra trabajando como caddie para un golfista nipón cerca de allí.

Al día siguiente, ya recuperado de la guardia del sábado, y aprovechando la soleada mañana dominical Robert se lleva a su “Negra”, como llama cariñosamente a su novia Ángela, a una cascada para disfrutar de un picnic: galletitas saladas "edición especial navideña" con mayonesa y aceitunas rellenas de anchoa, y para beber, una botella de pacharán para tomarse unos chupitos (por algo le llamaban The shot maker cuando era un exitoso golfista) con el objetivo de tener más opciones de "rascar" algo. El realizador transalpino Max Bellocchio refleja muy bien en esta escena el aire puro que rodea a esta pareja de actores, que semejan estar muy compenetrados en plena naturaleza tropical. 

Asómate a ver el río, pero no te caigas...

Esa misma mañana, Fernando Almeida, se lleva por su parte a su amante local a la playa, una mulata muy exótica y despampanante. Se dirige a ella como “Geisha”. Ya empieza a ser común ponerle alias a las amantes, con el evitar que sus esposas las encuentren en My Space o en el Facebook, red social que en pleno 2009 ya tiene mucho tirón. 

Sin tiempo para el descanso, Robert y Fernando quedan después de comer con otra chica en Isla Saona, de nombre Luziana Bella, con la que pasan unas horas de lo más intenso... El espectador detecta rápidamente el problema de estos muchachos... Además de amigos, golfos y golfistas, ambos comparten también el carácter arquetípico de los deportistas: la insaciabilidad.

El conflicto que toda película debe tener, el casus belli, viene a continuación. Simultáneamente, a unos trescientos metros de distancia, Sarra, la mujer actual de Fernando Almeida posa indecorosamente ante la Hasselblad del japonés Toyoshige Tanero... Un golfista que se cree Ed Fox y que es famoso por su agrio temperamento.

Toyoshige se pone gorra y peluquín para ocultar su calvicie en los torneos y es conocido por sus ataques de rabia cuando no la mete en el hoyo ante un putt fácil.

A diferencia de la ex de Almeida, que era una mantenida que le pegaba buenas "escamochadas" a la American Express y que no hacía más que pedirle zapatos, bolsos, joyas, complementos, bisutería... y que incluso le exigía bailar de vez en cuando, Sarra es radicalmente distinta. Le da la libertad que Fernando necesita y es, a la vez, una tía empoderada que tiene su propio empleo como caddie en La Estancia Country Club. 

El sr. Tanero, escudándose en las buenas intenciones que todos asociamos de forma automática a los oriundos del país del sol naciente, le propone hacerle un book de fotos sobre la arena. Ella acepta porque es muy naive...

Sarra posando para las instantáneas

Estas sesiones "artísticas" suelen terminar mal

Ahí, en plena faena, es cuando Fernando Almeida los divisa desde la lejanía y el cabreo es monumental. Es curiosa esta reacción, porque en lo que llevamos de película, Fernando ha estado ya con 4 mujeres, pero ahora no soporta que Sarra se busque por su cuenta algún que otro lío extramarital.

Almeida pierde los papeles en la playa...

En estado de ebullición, la venganza de Fernando Almeida no se hace esperar. Se abrocha los pantalones y se monta en su pick up para ir a recoger a dos caddies en el campo de golf de la competencia, el Teeth of the Dog Golf Course. Prevaliéndose de su fama mundial en el mundo del golf y de la noche, Baraka y Kate aceptan acompañarle a cogerse una buena talega en la playa. De camino a una cala tranquila, se detiene en un supermercado Jumbo y se compra una botella de licor de hierbas O´Carballo con el que se regalará unos lingotazos de categoría. A la orilla del mar, ellas empiezan a bailar el mejor reggaeton del momento. Suena de fondo: "Chambonea" de Omega el Fuerte. El resto... a la imaginación de cada uno, porque como dijo Michel Foucault, "a veces hay que quitarle importancia a la autora, ya que el lector puede leer lo que quiera".

Observando con detenimiento antes de actuar

Las peculiares rocas en plena playa nos llevan a pensar que es Isla Catalina

Sé que puede llevar a error... pero solo me acerco para un "perreo"

FIN 

*Esta reseña está realizada a partir de informaciones filtradas en los Fernando Almeida World Tour que retransmite anualmente el youtuber Slo, y con otros datos de mi propia cosecha. Puede considerarse en su conjunto como una biografía no autorizada de Fernando Almeida, el "Mozart del golf". He decidido usar el recurso literario del fuera de campo para brindarle una historia a una película de vignettes que parece haber sido concebida con el único fin de alargar un año más la agonía de una saga ya fenecida...

VALORACIÓN: 0/10

Ficha:

Private Tropical 42 "Tropicana Flashbacks: with Fernando Almeida"
Título en castellano: “Rememorando Tropicana: con Fernando Almeida"
Año: 2009
Género cinematográfico del argumento: ...
Destino paradisíaco: República Dominicana
Actores estelares: Marco Zero, Boroka Calls, George Bull, Tarra Wait, Keisha Bane, Kathia Inmobili, Jorg Skopje.
Dónde la puedo encontrar: Private o en una sencilla búsqueda en Google


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¹ Imagen de IA con el prompt: "concesionario de Buicks de ocasión en Brasil en un día soleado"  
² Imagen de IA con el prompt: "alcohólico con polo beige hablando por teléfono en una desordenada casa lujosa de Brasil mientras el sol entra por la ventana"
³ Imagen de IA con el prompt: "alcohólico con polo beige mirando su cartera sin sacarla del bolsillo mientras habla por el móvil en una desordenada casa lujosa de Brasil mientras el sol entra por la ventana.

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