Crítica de cine: Private Tropical 33 "Summermix job in Guadaloupe 2" (2007) (Boroka Calls, Judith Vox, Morgan Spoon)

 

La saga tropical aglutina un popurrí de películas inconexas, con una multiplicidad de personajes, historias y desenlaces que no guardan relación alguna. Sin embargo, hoy estamos ante una rareza y es que nos encontramos ante la única ocasión en la que voy a reseñar una secuela. Dentro de esta colección viajera de Max Bellocchio, el filme 33 es la continuación del 32. Segundas partes nunca fueron buenas, dijo Don Miguel de Cervantes y, salvo excepciones como Aliens o Terminator 2 (ambas de James Cameron), o Mad Max 2, las continuaciones suelen decepcionar a la platea... Otro dato a tener en cuenta es la proximidad de fechas de estreno (17 de mayo y 1 de junio de 2007); ambas fueron lanzadas en el mismo año, como en su día ocurriera con Matrix Reloaded y Matrix Revolutions.

Trailer de Summermix Job in Guadaloupe 2 (VOSE)

Parte 1 de la versión argumental de Summermix Job in Guadaloupe 2 (VOSE)

Parte 2 de la versión argumental de Summermix Job in Guadaloupe 2 (VOSE)

En los minutos iniciales el cineasta napolitano nos ilustra con una retrospectiva que recoge los highlights de la primera parte, retrospectiva en la que no me detendré (en este link podéis consultar la reseña de Summermix Job in Guadeloupe 1); y acto seguido aparece nuestro protagonista, Óscar, solo en una cafetería, recapitulando sobre la concatenación de estafas que ha venido perpetrando de un tiempo a esta parte. El local es uno de los mentideros de la isla y tiene un ambiente que recuerda al Teleclub de Parla en sus buenos tiempos, en pleno tardofranquismo.

Una presentación de la secuela, sin olvidarse de la trama previa

Sonrisita de satisfacción

Su camisa llama la atención en un ambiente tan distinguido

Fotos recientes de dicha sala, que forma parte, en realidad, del Hotel Marcantonio, cerca de Nápoles. Por motivos logísticos se rodó en Italia esta escena.


Sobre la mesa yacen un zumo de naranja, un café a medio beber, y una revista en la que se puede leer, en italiano, "Leggere qui porta beni" (Algo así como leer este texto trae riquezas). Un cliché, qué duda cabe, desayunar leyendo panfletos de inversión y finanzas, a lo Gordon Gekko. 

A Óscar le oprime una proyección obsesiva hacia un futuro de fortuna, hedonismo y libertad financiera. Movido por un talante categórico y cerril, su objetivo es reunir un millón de euros de patrimonio antes de cumplir los 40 años. En los treinta y todos, las prisas le acuciaban y tuvo que tomar una decisión, controvertida pero eficaz: estafar para conseguir su objetivo. Para ello, hizo uso de su capacidad poiética y engendró una trama, un fraude capitalista en el que considera a sí mismo un maitre de la scene; el demiurgo que todo lo urdió. Para ello hace falta ser osado, pero Óscar se tiene en muy alta estima y es comprensible, ya que, con sus recientes timos especulativos, ha amasado la nada desdeñable cantidad de 56.000 euros. Dicha suma, actualizada a la inflación de hoy, equivaldría a unos 70.000 euros. 

Con la lucidez mental de la que hizo gala a lo largo del primer filme, Óscar concluye que es momento de huir. No quiere tensar más la cuerda ni jugar más con su suerte. Ha estado posponiendo su billete hacia Aruba en los días previos, pero su vuelo de hoy, que despega dentro de dos horas, pondrá punto final a su odisea caribeña. Este muchacho ardil es sabedor de que "el hombre libre está por encima del que está obligado a algo", y por eso ha llegado el momento de poner pies en polvorosa, liquidando así todos los compromisos, relaciones personales y encargos: política de tierra quemada.

Y, en ese preciso instante, cuando parece que este alcotán con alopecia temprana se va a salir con la suya... ocurre algo que cambia su destino para siempre. Su suegro Valentín entra en la cafetería con su caminar plúmbeo, y su estampa de palurdo de mente lábil ¿Cuál de los dos presume hoy de una camisa más horrenda? Es una pregunta sin respuesta. 

Aparición estelar, por la derecha y con determinación, como Milei

Óscar trata de esquivarle, como quién rehúye a los comerciales de ONG que esperan en las plazas más concurridas de las ciudades, haga frío o calor. Sin embargo, Valentín le pone un anzuelo irrechazable: 500.000 euros. Con gran sutileza, le anuncia que un amigo suyo, podrido de dinero, quiere hacer más fortuna, y que, por ese motivo, está interesado en invertir en el negocio de su banco.

Pique de estampados adefesios

Sin embargo, toda buena noticia viene con una contrapartida, y en este caso, lo que ocurre es que la paciencia va a jugar un papel fundamental en toda la operación. Valentín le aclara que, para que su acaudalado contacto se fíe de dicha inversión, es preciso esperar a que él mismo recupere lo invertido, (50.000 euros) más el 30% extra en concepto de intereses, lo cual sucederá en el plazo convenido de tres meses.

A Óscar le brillan los ojos, y movido por el ímpetu de una juventud caduca del que se creía que había dejado pasar todos los trenes de su estación, comienza a hablar como político de capital de provincia, o banquero de la gran ciudad, llevando la conversación hacia los convenios de colaboración, a fechas de vencimiento anticipadas y otros eufemismos cortados por el mismo patrón. Óscar entiende que es perentorio actuar lo antes posible. De repente, por obra y gracia de Dios, parece que Valentín dispondrá de los 65.000 euros (50.000 más el 30% pactado) en tan solo 48 horas.

En cuanto Valentín se marcha, Óscar empieza a hacer balance en un soliloquio digno del cine de la gran pantalla. Muy pronto, se va a embarcar en una rueda autodestructiva que dejará "el cuento de la lechera" en un juego de niños. Necesita 9000 euros y hará todo lo que sea necesario por conseguirlos.

Él ve una oportunidad...

Después de apurar el jugo de un sorbo, Óscar regresa a la villa que tiene alquilada, una villa sin identificar sita en Guadalupe y con una enorme piscina. Las Typha domingensis (juncos) que aparecen al fondo de la escena, detrás de la medianera, nos indican que podría estar situada cerca de Goyave o Sainte Anne, pero no ha sido posible fijar la localización, por el momento. Esta especie invasora se ha ido distribuyendo lentamente en la isla francesa de ultramar y tiene una especial concentración en ambas zonas.

Villa de alquiler, porque un buen banquero sabe que el 2007 no era momento para comprar

Las cucarachas están dentro y fuera de la piscina

Uno de sus mucamos, Mario, retira los insectos muertos de la superficie de la piscina. Óscar se le acerca y le pide como favor que le preste su auto un par de días. Mario, que curiosamente se asemeja un poco a Dominic Toretto, es un verdadero devoto de su coche y, en principio, se niega en rotundo, pero no tarda en reblar cuando Óscar le ofrece a un par de robopilinguis como compensación... 

El coche propio es que como la pistola de uno.

Los juncos al fondo, y el junco grande, en primer plano

Por otro lado, Eric, probablemente el mejor amigo de Óscar, sigue ejecutando de manera maquinal el proceso de selección de las empleadas para el resort de Pascal Le Fleur que fue la trama principal de Summermix Job in Guadeloupe 1, algo que el espectador puede que incluso haya olvidado ya por completo a estas alturas de la película. 

Bárbara está con él en la playa y dispuesta a todo, lo cual nos deja desconcertados porque, en el desenlace de la primera parte, ya teníamos la certeza de que la muchacha había sido elegida para el trabajo, y la única duda era quién sería la que le acompañaría: Megan, Nicole o Sabrina. 

Sin embargo, parece que la intuición de mujer le funciona bien a Bárbara, que no se fía un pelo de la palabra de Óscar. Por esas suspicacias, y no por mera malicia carnal, es por lo que Bárbara está con Eric en la orilla del mar, bajo las palmeras. La sucesiva escena de relleno ayuda a relajar un poco la mente tras la vorágine de números y de operaciones bancarías con las que ha dado comienzo el largometraje.

Canis de chiringuito...

En el siguiente plano vemos a Óscar negociando con un filibustero que se dedica al menudeo de objetos de dudosa procedencia. Por su semblante y el pañuelo en la testa, bien podría tratarse de Marco Pantani; si el escalador, ganador de Giro y Tour, no hubiese fallecido tres años antes en una apestosa fonda de Rímini. Óscar está comprando bisutería para venderla posteriormente como alta joyería. Zanja la almoneda adquiriendo el anillo con "brillantes" engarzados por 50 euros y con la esperanza de venderlo posteriormente por 3000. Es una jugada tocomochera que no puede salir mal y el doppelgänger de "il pirata" se marcha con una sonrisa de oreja a oreja.

Anillo del todo a 100

La imagen es un aspecto fundamental en un comercial, dicen

Coge el dinero y corre

Esa misma mañana, hecho manifiesto dado que Óscar aparece con la misma camiseta de surfero, malvende el Golf de 5ª generación de su empleado Mario. Un cuarentón con un polo de Lacoste le abona in situ 7000 euros, bajo la promesa de tener la documentación al día siguiente. El saneamiento por evicción le protege y suponemos que es consciente de ello, por la tranquilidad que muestra durante la traditio.

Sin declarar, por favor

Adquisición a non domino, a pie de calle

Abandonamos los trapicheos de Óscar y nos adentramos en la húmeda oscuridad con iridiscencias carmín y efluvios de cereza propios de una "casa de moral laxa". Dos pelanduscas se contonean ante el atónito jardinero, Mario, que parece hipnotizado como cuando un felino contempla a su presa. Óscar le había prometido a dos mujeres a cambio de que le dejase el coche, y está cumpliendo su palabra.

La elegancia no es su punto fuerte

Mario V, "el hechizado"

A pesar de todo, el bueno de Mario todavía no se olvida de su Volkswagen, siempre presente en sus plegarias, pero parece que hoy se presta a pasárselo bien. Óscar, con talante marcadamente admonitorio, le insta a dejar de lado su fijación automovilística y se marcha sin esperar respuesta. Finalmente, Mario se gira hacia las geishas preso del hechizo y, por fin, está listo para sucumbir en la sublimación atávica del sexo grupal.

Agradecido y babeando

Mientras acontece semejante lupercal a tres bandas, Óscar se lleva a su compinche Eric a los billares y prosigue con su discurso fementido, hablando de una supuesta hermana de la que nadie había oído hablar (incluso Eric creía que Óscar era unigénito), y de un anillo de compromiso tan atroz que desentonaría incluso en un desfile de Balenciaga. 

Reunión "amistosa" en el sports bar

¡Mira qué pedrolo!

Enróllate y págamelo al contado...

Se lo vende por 1700 euros, contantes y sonantes, a Eric, que sucumbe ante semejante impío belcebú, sin apenas resistencia. Coge los billetes del bolsillo, les quita la goma elástica característica de los jubilados de Castilla y León, y se los entrega sin mayor reflexión.

Buen chico

La película continúa y ahora Óscar se reúne con Valentín en un reservado de la cafetería del comienzo del filme. Es un lugar a salvo de las miradas ajenas y permite recibir el sobre con los 65000 euros, acto que hace sin pestañear. Pero el pufo no acaba aquí, ya que Valentín le endosa un cheque a nombre de Mr. Farfán para que cobre los 135.000 euros el próximo lunes en la aparentemente cómoda posición de cedente del crédito, pero bajo la condición de que le devuelva a este 41.000, con carácter anticipado. 

En otras palabras, tendrá que darle a Farfán 41.000 euros tal día como hoy, y cobrar el cheque en el día de mañana. Así pues, esa diferencia de 94.000 se sumarían a los 6.000 que ya le adelantó en su día Farfán para llegar a los 100000 euros destinados a la inversión; 6000 euros que, por otro lado, le acaba de entregar entre los 65.000 que le ha dado a Valentín por lo que, a partir de ese momento, Óscar está sin blanca. 

Cordialidad de pringao

Foto del mismo rincón pero con las cortinas recogidas. Hotel Marcantonio

Más dinero que en un casino

Ya es palpable un cambio de papeles. Valentín se ha reconvertido en un trafagón como por ensalmo, y Óscar, ahora dopaminérgico ante la sucesión de ceros, es como una botella a merced de la marea, que incrementa su apalancamiento tras cada reunión, sin ponderar los riesgos, presa de la manipulación y del engaño. La victima y victimario han permutado los roles de forma irrevocable y la preeminencia de Valentín amenaza con un jaque mate.

Mucho ojo...

Valentín se percata del gesto torcido de Óscar, sumido ya en un mar receloso, y decide tranquilizarle al asegurar que Farfán está alojado en el Imperial Hotel, uno de los resorts más afamados de la isla, por si hay algún problema con el cobro del cheque, pero añade que el lunes antes del mediodía partirá hacia las Bahamas. 

Logo del hotel en el que supuestamente se hospeda Mr.Farfán

"Él que saca la cartera pa enseñarla es un parguela"

Óscar está en una situación precaria, sin embargo, en un último alarde de pompa y boato, y tirando de tarjeta a crédito, se hace cargo de la cuenta en la que solo figura una carísima y exclusiva botella de champán francés producido en Épernay.

En un viaje exprés usando los puntos que tenía acumulados en su aerolínea lowcost de confianza, un desnortado Óscar viaja a Nápoles para vender su BMW serie 5 e60 en color jet black, que languidecía en el garaje. Consigue sacar por él la suma justa de 41.000 euros, y eso que apenas lleva kilómetros, pero es el último patrimonio que le queda y tiene prisa por recibir el efectivo. Fue una mala decisión comprárselo apenas tres meses antes, y es todavía peor malvender esta berlina así, pero los 500.000 euros le provocan una sinusoide de sentimientos y le nublan la visión. El cántaro de leche está a punto de romperse en mil pedazos...

Matrícula italiana. Al contrario que la famosa Abigail, que se compra un Porsche con las criptodivisas, a él te toca vender su vehículo y eso que acaba de entrar en el negocio.

Nada más regresar de Italia va a visitar a su novia Electra. Se encuentra con ella en el resort de Pascal Le Fleur en el que se alojan las candidatas al trabajo. Es el sitio favorito de Electra, porque parece que siempre está allí. Ya sabéis que Bellocchio no da puntada sin hilo, lo que me invita a pensar que relaciona este resort de 5 estrellas con una especie de refugio emocional para la desgraciada Electra, que siempre sufre los plantones de su novio Óscar. Esta bella mujer es una gran olvidada en esta secuela por el momento, pero ganará protagonismo, como veremos, en las postrimerías.

El plano en el faro de Le Gosier nos vuelve a situar en Guadeloupe

El enésimo plantón

Esta es la terraza donde tiene lugar el reencuentro.

Imagen de Google Earth de la villa de Rue du Cap Sud, nº 13, en Le Gosier. 

Perenne sinequia en el debilitado miocardio del Electra

Como decimos, esa aparición de Electra no es tan testimonial como una podría esperarse, ya que en la siguiente escena aparece en un tórrido encuentro con Eric y Nicole, fondeados en una cala a bordo de un yate. Eric no sabe que Electra está saliendo con Óscar, lo cual resulta bastante chocante. O quizás sí lo sabe, pero ya está implementando su venganza, porque ya es sabedor de que ha sido estafado con el supuesto anillo de piedras preciosas.

Típico plano marino de Max Bellocchio, con un barco hundido. Alegoría clara al destino de Óscar o a su relación con Electra, que está encallada

El disgusto le dura poco

El poliamor todo lo cura

Tras el crepúsculo, en el chiringuito de la piscina municipal, entre botellas de Bacardi Breezer y Havana Club, Óscar telefonea a Valentín para concertar una cita esa misma noche en el Beach Club. Allí le hará entrega de los 41.000 euros para Mr.Farfán. 

Product placement de Havana Club, Bacardi Breezer y hasta de la ciudad de Las Vegas

A tan solo unos metros, al borde de la alberca, Eric y Mario conspiran contra Óscar y preparan una revancha por sendas estafas cometidas contra sus patrimonio: uno por la sortija de plástico y otro por la venta del coche sin consentimiento. Entran en el bar y sin darle tiempo para explicaciones, le sueltan una somanta de palos a modo de proceso judicial sumarísimo. 

Nada más triste que una piscina fuera del horario de baño

Resquemor y vinagre

El juez y el letrado de administración de justicia presiden un juicio rápido

Un par de horas más tarde, con un cutis de torero post revolcón, Óscar está en la barra del beach club, o quizás se trate de un bitch club, a juzgar por los tonos rojos heréticos que colmatan toda la estancia. Valentín entra en escena con un travelling de retroceso y se queda estupefacto al verle la cara, maquillada como en una película de Hellraiser de los 80. 

Los daños son tan evidentes que Óscar no puede alegar la típica excusa de haberse cortado afeitándose y opta por la siempre elusiva locución "se trata de una larga historia". A nadie le gusta hacer negocios con un broker que tiene la cara partida, porque tiende uno a creer que sus erráticas actividades financieras son el motivo de sus rasguños: acreedores, gente arruinada... Sin embargo, llegados a este punto, Valentín ya ha calado por completo a Óscar y busca los 100 años de perdón, robando a un ladrón.

Entrando por la puerta grande

Foto del mismo hall. Hotel Marcantonio

"¿Mi cara? Nada, nada, el acné"

Por extraño que parezca, Valentín parece ahora nervioso y timorato, como si estuviera bajo el panóptico de Jeremy Bentham. Mirando continuamente a sus flancos, se quiere cerciorar de que nadie es testigo de cómo escolta a Óscar hacia el infierno de la bancarrota. 

Óscar se sorprende de que haya venido solo, y Valentín alega que su amigo el ricachón no se puede dejar ver en este tipo de establecimientos de dudosa reputación, y por ello ha venido él en representación suya, como si de un emisario se tratara. Le asegura que ese misterioso amigo se hospeda en el hotel Imperio, que bien puede ser uno distinto al Imperial hotel en el que está instalado Mr. Farfán, o ser un lapsus linguae consecuencia de tanta mentira... El gish gallop o ametralladora de falacias que ha puesto en práctica Valentín en todos y cada uno de sus diálogos de la película provoca contradicciones de este tipo.

Torturando a un animal malherido...

Al margen de ese pequeño error de léxico, el gran problema de esta escena es otro. Óscar, con la cara hecha un cromo, todavía tiene en posesión los 41.000 euros. Eric y Mario han visto, con toda seguridad, el grueso fajo de billetes en el bolsillo de la camisa, ya que asoman cual pañuelo de seda en un traje de sastre. Es más, Óscar ha sorteado al gorila del bitch club a pesar de ir sangrando precisamente porque los billetes sobresalían cual tiara pontificia... y en un lupanar se valora mucho el dinero en metálico, que no deja rastro. La única justificación posible es que, ante una eventual denuncia por los golpes, Eric y Mario prefieren que el exhorto judicial esté motivado tan solo por un acusación de lesiones leves y no por robo con violencia. 
El fajo en cuestión acaba en otro bolsillo, en el de Valentín, que ni siquiera se detiene a contarlo, y se va para no volver, no sin antes pedirle a Óscar que vaya redactando el recibí para la próxima reunión, alimentando las ilusiones de este cándido estafador que ahora ha cambiado, sin saberlo, de posición en el tablero.

Cicatrices de por vida

Toda vez se queda solo, Óscar retoma sus cálculos mentales con unas cuentas propias de la Central Lechera Asturiana en sus años de máxima facturación. Y todo ello, con un cheque falso en la mano, que da por hecho que le reportará 135.000 euros, y esperando a que le entreguen los 500.000 euros que posee un magnate inexistente. 

A sabiendas de que la isla es peligrosa (su maltrecho pómulo da fe de ello), decide reservar un billete para París con el que volará al día siguiente, después de pasar por el banco para canjear el cheque. Será como el viaje a Zihuatanejo del bueno de Andy Dufresne, pero con vistas a un skyline con la torre Eiffel el Sacre Coeur y el edificio Montparnasse. Francesco Tonnelli (por fin conocemos su verdadero y único nombre) reserva billete de primera clase. Óscar, para los amigos, también conocido por las chicas candidatas como Pascal Le Fleur, tiene un nombre verdadero, como el resto de los mortales.

Todavía le quedan fuerzas para huir

De forma simultánea, Electra, Valentín, Mr. Farfán y Angela se ríen a espaldas de Óscar, que les ha entregado un total de 50.000 euros. Una alegoría al "cazador cazado", por este cuarteto del mal que se dispone a navegar hasta la próxima isla, Martinica, para dar otro golpe estafando a otro incauto. Valentín no es el padre de Electra, lo que demuestra que es una gran actriz que ha sabido fingir incluso un complejo de Electra, y una seductora brutal que ha encandilado a Óscar en un par de semanas. 

El roce hace el cariño

¿Padre e hija, o todo lo contrario?

Por otro lado,  Ángela no es la mujer de Farfán, es una prostituta callejera que se ha unido a este triunvirato de piratas del siglo XXI para conformar un escuadrón sin remordimientos. Mr. Farfán se llama, en realidad, Gary, y es un antiguo ladrón de bancos del sur de Irlanda, que anda buscado por la Interpol desde hace una década. 

Nadie se creía que estos eran pareja, salvo Óscar

Como apunte final a la figura de Valentín, hay que remarcar que en todas las reuniones con Óscar: en la cafetería, en el reservado, en el beach (o bitch) club... predomina el color rojo en las paredes, en las cortinas, e incluso en la página abierta de la revista. Rojo infernal, como si se tratara de un aquelarre en el averno en el que el belcebú despacha con su sátiro.

La película termina un Óscar meditabundo, saliendo precisamente de un edificio con una fachada pintada en rojo intenso, lamentándose a los pies de una réplica de la esfinge de los Jardines Belvedere de Viena. Una bonita paradoja, dado que el cuerpo de león simboliza la fuerza, y la cabeza femenina, la sabiduría, cuando Óscar ha demostrado que no ha podido defenderse de sus enemigos ni con el músculo ni con el intelecto. El primerísimo primer plano de Óscar, derrotado y manirroto, pone en solfa la frase que solía decir Ernst Lubitsch: "hay mil formas de colocar la cámara pero en realidad solo hay una".

La rabia 

La amargura

La ira

La impresionante fachada frontera del Hotel Marcantonio

Como conclusión, hay que decir que esta minisaga que conforman las películas 32 y 33 de la serie Tropical se deshace como un azucarillo en agua tibia conforme va avanzando el metraje... En esta segunda parte se olvidan por completo del proceso de selección de las candidatas al puesto de trabajo y se centran en una vendetta en contra de un Óscar que se ve absolutamente desbordado por los acontecimientos. Protagonistas de la primera parte como Electra, pierden totalmente su aura en esta segunda mitad. Electra solo aparece en una terna de escenas, ya cerca del ocaso, la suplantación de identidad de Pascal Le Fleur cae en la más absoluta indiferencia y el espectador, que espera ansioso el regreso de este latifundista a la isla, mientras se suceden las escenas de relleno, se queda sin contemplar lo que hubiera supuesto la madre de todas las venganzas... 

En definitiva, estamos ante una oportunidad perdida y un final agridulce que me dejan una sensación de vacío indescriptible... 

FIN

VALORACIÓN: 3/10

Ficha:

Private Tropical 33 "Summermix job in Guadaloupe 2"
Título en castellano: “Curritos de verano en Guadalupe 2"
Año: 2007
Género cinematográfico del argumento: cine social, estafas, venganzas
Destino paradisíaco: Isla de Guadaloupe
Actores estelares: Judith Vox, Franco Trancedancer, Yasmine Cold, Morgan Spoon, Marco Zero
Peter Benis, Lucia Teadoraba, Jessica Poore, Chloe Desaire, Tera Fond, Boroka Calls
Dónde la puedo encontrar: Private o en una sencilla búsqueda en Google

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